MI ASCENSOR (1)
El ascensor de mi casa tiene personalidad propia. De vez en cuando esta idiosincracia se manifiesta de la siguiente manera: pulsas el quinto y te reenvía al último.
La primera vez que me lo hizo me dejó patidifuso. Ascendía hacia mi planta sólo y llegando a ella ya me disponía a salir cuando al clásico ruido de freno y parada del acensor se continúa con otro clack y me veo siguiendo hacia arriba; pensé que alguien lo había llamado simultáneamente a la parada. Cuando llegó al último piso esperaba que alguien entrara, permanecí inmóvil y cada vez más mosqueado mirando a la puerta que no se abría. Al final la abrí y mire el rellano del último piso: no había nadie. Me volví a meter en el ascensor y ahí me quedé frente al pulsador del mi piso, apuntándole con el dedo y dudando si oprimirlo o no, y bajar por la escalera, al fin y al cabo se me ocurría que si no paraba en el quinto igual bajaba hacia abajo a toda máquina y vete tú a saber en que acaba todo. Para acabar, suspirando interiormente apreté el quinto y bajé con mi mosqueo incorporado y acrecentándose a medida que me acercaba al quinto: ¿ parará papá ? parará pachín. Paró.
Me lo ha hecho más veces, de una manera completamente irregular e inconstante, y siempre cuando voy sólo en el ascensor ( ¿ será que soy su preferido entre todos los del bloque ? ). Yo se lo consiento e incluso le dirijo palabras cariñosas cuando me lleva al último piso. Al fin y al cabo si manifiesta su personalidad no es cuestión de aplastársela y si soy su preferido es que soy importante para él. Y así hasta ahora.
Lagarto, lagarto
La primera vez que me lo hizo me dejó patidifuso. Ascendía hacia mi planta sólo y llegando a ella ya me disponía a salir cuando al clásico ruido de freno y parada del acensor se continúa con otro clack y me veo siguiendo hacia arriba; pensé que alguien lo había llamado simultáneamente a la parada. Cuando llegó al último piso esperaba que alguien entrara, permanecí inmóvil y cada vez más mosqueado mirando a la puerta que no se abría. Al final la abrí y mire el rellano del último piso: no había nadie. Me volví a meter en el ascensor y ahí me quedé frente al pulsador del mi piso, apuntándole con el dedo y dudando si oprimirlo o no, y bajar por la escalera, al fin y al cabo se me ocurría que si no paraba en el quinto igual bajaba hacia abajo a toda máquina y vete tú a saber en que acaba todo. Para acabar, suspirando interiormente apreté el quinto y bajé con mi mosqueo incorporado y acrecentándose a medida que me acercaba al quinto: ¿ parará papá ? parará pachín. Paró.
Me lo ha hecho más veces, de una manera completamente irregular e inconstante, y siempre cuando voy sólo en el ascensor ( ¿ será que soy su preferido entre todos los del bloque ? ). Yo se lo consiento e incluso le dirijo palabras cariñosas cuando me lleva al último piso. Al fin y al cabo si manifiesta su personalidad no es cuestión de aplastársela y si soy su preferido es que soy importante para él. Y así hasta ahora.
Lagarto, lagarto
6 comentarios
Sory -
lagarto -
salu2
Amanda -
Yo como tengo dos, los voy intercambiando.
Cuando a uno lo veo demasiado taciturno y apagado, me voy al otro.
Saluditos.
LAGARTO -
eMe -
Mónica -